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Suelo decir en mis textos, clases o charlas que cuidar la salud no es tanto preocuparse por lo que hacemos bien sino más bien por lo que no hacemos mal. En marzo de 2013 la máxima autoridad europea en alimentación (EFSA) hizo público un informe sobre bebidas energéticas (“Energy drinks report”), en el que nos vino a decir que lo hacemos fatal: tras evaluar la ingesta de este tipo de bebidas por parte de diferentes grupos de población de Europa (incluyendo España), la EFSA constató quedos de cada diez niños de entre 3 y 10 años consumen unos dos litros mensuales. De entre estos menores consumidores, alrededor del 16% son “altos consumidores crónicos”, ya que su consumo medio mensual asciende nada menos que a 4 litros. Deprimente.
En este texto, publicado en junio, enumeré los no pocos riesgos de esta situación. Pero mejor que mi texto es la opinión científica que acaba de hacer pública la Agencia Francesa de Seguridad Alimentaria (ANSES). Se trata de una de esas opiniones que sientan cátedra. Para empezar, la ANSES se lleva las manos a la cabeza al constatar que hay menores de 10 años que llegan a consumir hasta 4 latas diarias. Sin soltar de ahí las manos, explica (yo diría incluso que “grita”) que la alta concentración de cafeína de dichas bebidas supone un riesgo nada trivial en menores, en los que (dado que su peso es menor) los efectos adversos de una dosis concreta de cafeína son superiores a los observados en adultos. Los siguientes puntos resumen los peligros de malnutrir a niños o adolescentes con las mal llamadas “bebidas energéticas”. Dan como para santiguarse:
• Agitación, excitabilidad, ansiedad, taquicardia o dolor de pecho (son los síntomas más comunes).
• Cambios en el patrón de comportamiento.
• Alteraciones del sueño, lo que conduce a un cansancio que se prolonga a lo largo del día. Ello genera un círculo vicioso en el que el menor recurre a la cafeína para contrarrestar la fatiga.
tomando-cocacola1 niño• La falta de sueño también afecta a las habilidades cognitivas y al rendimiento académico.
• Pueden contribuir al desarrollo de comportamientos adictivos.
• A largo plazo pueden producir hipertensión, enfermedades cardiovasculares, obesidad, diabetes o desórdenes psiquiátricos (ansiedad, depresión, etc).
La ANSES es la mar de explícita en su recomendación:“Niños y adolescentes deben evitar la cafeína o las bebidas con cafeína”. El tirón de orejas, sin embargo, no hay que dárselo a los padres de los niños que toman estas bebidas, ya que la mayoría desconoce sus riesgos. Menos aún a los menores, un público vulnerable a la presión social y a la magia de la publicidad. Esa que da a entender (erróneamente) que estas bebidas suponen un “chute” de energía y que generan una estimulación mental o física. Hay que dárselo a la ausencia de medidas que:
1) valoren la inocuidad de un producto alimenticio antes de que su consumo sea la norma
2)e impidan que los anuncios de estas bebidas lleguen a niños y adolescentes de manera directa (publicidad en horario infantil) o indirecta (promoción de eventos deportivos o festivos).
gatoEn tales bebidas, por cierto, no solo hay cafeína, también hay otros ingredientes (muchos con la falaz etiqueta “natural”), razón por la cual se debería evaluar qué efecto tendrá ese cóctel antes de que la población lo consuma masivamente. Algo que no se ha hecho, según la International Society of Sports Nutrition (ISSN), una entidad a la que le preocupa la salud del colectivo “diana” de estas bebidas: los deportistas. La ISSN justifica que los atletas adultos no deberían tomar (en su caso) más de una lata al día, porque ello “puede conducir a efectos adversos y efectos secundarios dañinos”.
La ANSES, también consciente de que los deportistas las toman, emite una recomendación clara como el agua con la que estos deberían hidratarse: “Las ‘bebidas energéticas’ no aportan beneficios nutricionales para el ejercicio”. Ah, hablando de hidratación, estas bebidas son perfectas para que un niño entienda el significado de la frase“es peor el remedio que la enfermedad”. Y es que hidratarse con “bebidas energéticas”puede generar no solo deshidratación sino incluso un golpe de calor, una enfermedad peligrosa para la vida en la cual la temperatura corporal puede subir por encima de los 41,1ºC en minutos, según MedlinePlusEso sí que “te da alas”, aunque sean para ir volando al hospital.